nuestra carta
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¡Sólo hay un camino hacia la paz, es el del honor y el ardor y es el camino hacia la Francia eterna!
La humanidad está en peligro. Los riesgos de una tercera guerra mundial están aumentando y están alimentados por una escalada militar y diplomática organizada por los países de la OTAN, particularmente a través de Ucrania. Desde 1962 el mundo no había estado tan cerca de un conflicto generalizado, que rápidamente podría derivar en un desastre nuclear. La confrontación Oeste-Este, deseada por los Estados Unidos de América, ha creado una crisis económica sin precedentes, así como una profunda división social. Su peligrosa política ha reforzado el dominio de centros de poder alternativos y la creación de nuevos espacios económicos, financieros y políticos, en detrimento de Europa y Francia en particular, a través de los BRICS, África y Eurasia, que afirman su deseo de desarrollarse de manera diferente y independientemente del capitalismo de amigos liberándose del dólar estadounidense, que se ha convertido en moneda de sanciones.
La guerra en Ucrania es ante todo una guerra económica para salvaguardar el liderazgo político y económico estadounidense y el papel preponderante del dólar en los mercados internacionales. Precipitó una ampliación de la OTAN hacia el Norte y el Este, contrariamente a las numerosas promesas hechas a Rusia desde la reunificación alemana en 1991, y colocó a esta última en una posición circundante, que rápidamente se volvió defensiva y luego ofensiva.
Es más, el conflicto en Ucrania es un choque de civilizaciones. Esta guerra se ha convertido en una lucha ideológica por la defensa de valores morales fundamentales, que son la familia y la fe. Precisamente por estas razones, el conflicto actual ha adquirido una resonancia global entre poblaciones muy apegadas a la defensa de sus tradiciones, incluidos el continente africano, los países árabes, América del Sur y China.
Ante este estado de guerra y los desastres humanitarios y económicos que provoca, he resuelto comprometerme irrevocablemente con la paz y la amistad entre los pueblos.
Con mis equipos, trabajaré incansablemente para combatir la información falsa y el pensamiento único, restablecer la verdad, abrir conciencia y opiniones sobre las cuestiones reales de los conflictos actuales, pero también defender los valores y tradiciones que conforman la identidad. y la unidad de las poblaciones.
Promoveré constantemente el mundo multipolar, que apunta a la realización y desarrollo de los pueblos respetando su historia, cultura e identidad.
Defenderé incansablemente los valores esenciales de la educación y el conocimiento, pero también de la escucha entre los pueblos, únicas condiciones para el entendimiento y, por tanto, una paz duradera entre las Naciones.
Sigo fiel al pensamiento político del general De Gaulle, mi abuelo, que, más allá de las circunstancias y dificultades de su tiempo, defendió la libertad de autodeterminación de los pueblos pero también la necesidad de una relación amistosa y de asociación con Rusia, la única garante de la prosperidad y de la paz en Francia, en el mundo francófono y en el mundo.